martes, 22 de noviembre de 2011

LEYENDAS ARAUCANAS

EL NAHUEL HUAPÍ
Cuando las naciones del Sur vivían florecientes, reinando a ambos lados de la Cordillera, una ciudad portentosa proyectaba su luz y su fama a todos los ámbitos del Mapú
Su esplendor era tal, que hasta allende los mares, gentes de otras razas y colores, habían oído hablar de ella como una creación fantástica de hadas.
Oyeron hablar de ella los Conquistadores, cuando sus plantas ávidas de aventuras pisaron las playas vírgenes de América.  Y unos tras otros se lanzaron febrilmente en busca de la ciudad maravillosa, que se decía alhalajada de oro, plata y pedrerías.
Estaba emplazada se decía en una pequeña isla del lago Nahuel Huapí, circundada por jardines colgantes y guardada por muros cubiertos de esmeralda...
Avisados sus reyes de la proximidad de los conquistadores, y temerosos que la ciudad mítica fuera ultrajada, resolvieron reducirla a cenizas para que no quedara vestigio de ella. Pero un traun pidió y obtuvo de los soberanos la realización de un Hillatún en reemplazo de aquella resolución. Se realizó éste para pedir a Guinechén hiciera desaparecer la ciudad intacta, sin dejar huellas, hasta que se alejaran los invasores. Y así, en un Hillatún que no tuvo precedentes, todos los habitantes de ambas faldas de la cadena andina, pidieron fervientemente el milagro.  Y el milagro se hizo. Al finalizar la primera luna del Hillatún, la isla comenzó a hundirse lentamente en las aguas del lago que eran - dice la tradición - límpidas y profundas.
Guinechén, que tanto amó ese pueblo virtuoso, abrió generosamente el lecho del lago donde se sumergió para siempre la ciudad del embrujo...
Y ahí permanece aún intacta, intangible a las manos profanas que tratan de alcanzarla, hasta que desaparezcan los intrusos, para emerger triunfante con sus collares maravillosos, sus coronas de esmeraldas, su palacios de oro y plata y sus jardines encantados de resplandeciente pedrería....


COPAHUÉ
A las famosas termas de Copahué (Neuquén) pertenece esta poética  leyenda del período épico de las tribus de Arauco
Corría el siglo de las guerras decisivas entre los indígenas de la Cordillera. El cacique Copahué, tras luchas sangrientas había sojuzgado  casi todas las tribus del norte y sur de Chile.
Sin embargo, cuando estaba fresca la sangre en los valles del Aconcagua, donde obtuvo su última victoria, una sublevación lo derrotó en Llai Llai dándole muerte, y sepultándolo en una cumbre de la cordillera para perpetuar su memoria.
Al valiente le sucedió su hijo, homónimo de aquél. El nuevo jefe, heredero por igual del valor y la crueldad paternas, buscó refugio en este lado de los Andes para rehacer sus derrotadas huestes. Una hechicera de la montaña, de la que se enamorara, auspicióle un porvenir lleno de gloria, el que una vez cumplido impulsó al joven guerrero buscar a la hechicera para unirla a su destino, a pesar de las oposiciones de sus consejeros. Pero la gloria no duró mas que el fulgor de una estrella en una noche de verano. Después de vencer los disturbios en su dominio, Copahué se vió atacado por una legión de tribus aliadas, muriendo en la contienda. Su compañera, a quien sus opositores dieran el nombre de Pirepillán fue acusada de traición y condenada a lanceamiento.
Cuando hubo de consumarse el sacrificio dice la leyenda, la infeliz en sus protestas de inocencia, invocó la ayuda del finado amante, consiguiendo, aunque tarde para su salvación, que éste se materializara bajo la forma de agua hirviente que brotaba por todas partes. Los enfurecidos chorros de agua hirviente sepultaron en su ira los homicidas de Pirepillán.
Así nacieron las famosas termas de Copahué, que pese a los siglos, siguen vengando la despiadada e injusta muerta de Pirepillán.
Y parece que desde entonces, los indígenas no cruzan nunca las quebradas inmediatas al cerro que llamaron Copahué, sin ponerse bajo la custodia de un "lanalhué".


 EL FUTALEUFÚ
Esta leyenda corresponde a la tradición del Diluvio entre los araucanos. Los cerros Tren Tren y Can Can, considerados milagrosos, se encuentran según los indígenas de esa raza, en el territorio de Río Negro sobre la parte sur de Puerto Blest.
Hace muchísimos siglos las cataratas del leufú (cielo) se abrieron de un modo .arrollador. Las aguas empezaron a inundar las tierras de Arauco con empuje incontenible y arrasaron en su furia bravía todo vestigio de vida. Guinechén (su Dios) previno el peligro a la nación, que presintiendo la catástrofe, obedeciendo a su Buen Espíritu, se refugió en un cerro alto llamado Tren Tren. En otro cerro, llamado Can Can,
se refugiaron todos los representantes de la fauna. Dice la tradición que el furor de las aguas era tal, que en rugiente crecida se acercaba a la cúspide de los cerros. Pero Guinechén, pese a las maquinaciones de Guecufú (el Demonio), impidió que llegaran a la cima eIevando los cerros a medida que las aguas subían.
Después de largas lunas de angustioso asedio las aguas comenzaron a bajar lentamente, y la nación quedó a salvo, gracias a la protección de Guinechén.
Aun hoy, los indios de la CordilIeIla guardan profunda veneración a los cerros Tren Tren y Can Can, que se elevan imponentes en el macizo andino, como si aún quisieran proteger a la raza que salvaron del Diluvio.. .
(1) Futaleufú: Mar. Río Grande



EL CHON - CHON
El chon chon es un ave nocturna muy parecida al lechuzón y forma parte de esa especie. Es de tamaño algo mayor que una paloma y su plumaje gris jaspeado forma bandas blancas y barrosas. Sus gritos intermitentes, semejantes a sordas campanadas, originaron su nombre: "chon chon", con el que se le conoce en toda la región del Sur. Los araucanos creen que alberga el Espíritu del Demonio y cuentan esta leyenda, que los misioneros han modificado sin quitarle empero su raíz primitiva.
"En épocas muy lejanas existió un "machi "  poseedor de numerosos secretos naturales. En vez de aplicarlos en el alivio de sus semejantes se complacía en dañarlos, y en particular a los que gozaban de bienestar material y espiritual.
Dicen q
ue fue tan feo como malo, y que su principal alimento lo constituía la sal. Anticipándose a su muerte, Huecuvú , cargó con él, llevando su alma a sus tenebrosos antros con el fin de convertirlo en su aliado. Le otorgó la facultad de transformarse .en ave nocturna para volcar sobre la tierra sus artes de maldad. Desde aquel tiempo, hasta la fecha, todas las desgracias ocurridas en la cordillera fueron obra del" machi" malo; y solamente las personas que conocen por tradición las fórmulas para invalidar su funesta influencia, pueden evitar las desventuras.
Cuando el chon chon quiere causar un mal a determinada familia o persona, aletea por encima de la casa emitiendo sus gritos. Para ahuyentarlo se deben pronunciar las palabras redobladas. Se consigue asimismo evitar el daño si se le dice: " Ven a buscar sal mañana". Al día siguiente se presentará un indio muy viejo y feo, que tomará la sal y se alejará silenciosamente. Como el machi puede también dividir su personalidad entre varios ejemplares del ave descripta, y en esa forma ser causa de epidemias, se recurre a un rito, ejecutado frente al fuego para reunirlos, y luego quitar todo su poder con las palabras redobladas. Consiste esta ceremonia en golpear sobre los morillos y pronunciar en araucano esta oración: "Cupán chon chon, ilen chadi" (Ven chon chon, te. daremos de comer sal). . Al instante aparecerán aleteando sobre el lugar numerosos pájaros: En todos los casos, antes de pronunciar las palabras redobladas, se debe dibujar una estrella de siete puntas en cualquier lugar interior de la casa, que permita clavar un cuchillo en el centro de la misma. A esa estrella se le da el nombre de "firma de Salomón" o "Cruz de Salomón". Acto seguido se reza la oración, que tiene la virtud y el podé); de abatir las aves y mantenerlas prisioneras, mientras no se retire el cuchillo del centro de la estrella.
" Amigo, dígame una. Amigo se la diré: una no es ninguna, siempre la virgen pura. Amigo, dígame dos. Amigo se las diré: dos son las tablas de la ley por donde pasó Moisés con sus doce apóstoles a Jerusalén; una no es ninguna, siempre la Virgen pura. Amigo, dígame tres. Amigo se las diré: tres son las tres Marías, dos son las tablas de la ley por donde pasó Moisés y una no es ninguna, siempre la Virgen pura. Amigo, dígame cuatro. Amigo, se las diré: cuatro son los cuatro evangelistas; tres son las tres Marías, dos son las tablas de la ley por donde pasó Moisés y una no es ninguna, siempre la Virgen pura. Amigo, dígame cinco. Amigo se las diré: cinco son las cinco llagas, cuatro son los cuatro evangelistas, tres son las tres Marías, dos son las tablas 'de la ley por donde pasó Moisés y una no es ninguna, siempre la Virgen pura. Amigo, dígame seis. Amigo se las diré :'. seis son las seis candilejas, .cinco son las cinco llagas, cuatro son los cuatro evangelistas, tres son las tres Marías, dos son las tablas de la ley por donde pasó Moisés y una no es ninguna, siempre la Virgen pura. Amigo, dígame siete. Amigo se las diré: siete son los siete sacramentos, seis son las seis candilejas, cinco son las cinco llagas, cuatro son los cuatro evangelistas, tres son las tres Marías, dos son las tablas de la ley por donde pas6 Moisés y una no es ninguna, siempre la Virgen pura."
Esta oracion, redoblada, conjura el peligro del Mal y no cabe duda que los jesuítas han tomado con exquisito tacto las "razones" que empleaban los araucanos en sus ceremonias parlamentarias (Hillatrún o Guillatún) donde se empleaba un juego de palabras muy parecido, carente desde luego de simbolismo cristiano
machi: hechicero
huecuvú: demonio


 LA LEYENDA DEL CERRO DOMUYO
Existe en el territorio de Neuquén un cerro llamado Domuyo. (Domu: mujer. Yo: punta) por su apariencia de mujer petrificada en aristas cortantes. Los descendientes de los araucanos no se arriesgan a escalarlo, y estiman que quien se atreva a hacerlo se expone a una muerte segura. Esta leyenda parece tener alguna relación con la de Copahué, pues ' 'Pirépillán", la hechicera, habitaba, según la leyenda, en el vallle de Domuyo y el. nombre del Pirepillán ("Nieve del Diablo") podría atribuirse a 'la nieve demoníaca del cerro maldecido...
Por boca de Guinechén o Gnechén, un machi (hechicero) supo que en la cima del cerro Domuyo estaba encantada una joven hermosísima, custodiada por un toro colorado y un caballo oscuro. Aquel, encarnando un espíritu tenebroso, hacía despeñar las piedras sobre los que intentaban acercarse, y. éste, desataba el viento y las tormentas.
La joven había ido por oro -pues en la cima hay una mina- y había quedado encantada por los genios de la Montaña.
Enterado de la revelación, un valiente cacique ofrecióse escalar el cerro, romper el encantamiento y rescatar a la joven. Pero ni bien puso los pies en las sagradas faldas del Domuyo, fue blanco de una lluvia de piedras sonoras. Después, piedras enormes que formaban los flancos del cerro, amenazaban desplomársele encima. No lo hicieron -dice la leyenda- por la especial protección de Hualichi, a quien había invocado y Guinechén que le había dado su asentimiento.
A cada paso arreciaban las piedras, y de pronto vio en la altura un caballo negro, y detrás el viento y la tempestad. La nieve y las ráfagas heladas le impedían continuar; se arrodilló y pidió a Guinechén le ayudara. En el acto cesó el temporal y las piedras dejaron de caer. Subió por un sendero y llegó a una laguna de aguas límpidas, donde oyó una voz que le susurró:
-Calla y pasa...
Al volver los ojos se encontró con la hermosa joven encantada, sentada sobre una roca de oro. Quiso tomarla del brazo para arrancarla de manos de sus guardianes, pero en el acto apareció el toro colorado dispuesto a embestirlo. Ante tan temible rival, optó por seguir su camino. Todos los senderos contiguos a la laguna estaban rodeados de aúreas piedras que brillaban con cegantes resplandores... Meditó un largo rato, y resolvió regresar, pero antes deseaba llevar un trozo de pro y alargó la mano para recoger un fragmento. Ni bien lo hizo, una lluvia de piedras cayó sobre su cabeza dejándole sin sentido, mientras oía a su alrededor voces que lo maldecían y risas satánicas... Cuando despertó un anciano se le presentó y le dijo:
-Este es el camino. Vuelve con los tuyos y no digas nada. Si revelas el secreto . de lo que has visto morirás.. . , .Pero el cacique, demasiado valiente, reveló el secreto a su gente que decidió realizar una expedición llevándolo por guía. No pudo ser. .A. los tres días el cacique murió aconsejándoles que no intentaran llegar a la cima encantada. Y a los tres días subsiguientes murieron todos los que iban a realizar la expedición.

Desde entonces nadie más, nunca, osó escalar el cerro sagrado del Domuyo. . .








1 comentario:

  1. Me ha servido, y a sido entretenido. Muchas gracias por publicar esta información en la web.
    "El Futaleufú" es una leyenda muy buena que llevaré mañana a la escuela. ¡Gracias a ustedes me aprobaran!, Yo misma me encargaré de recomendarlos, para que otras personas tengan la suerte, como yo, de encontrar esta página de entretenimiento, que además sirve para otras cosas. ¡Me encanta!, Mañana volveré y les contaré que ha pasado.
    Muchas gracias. ¡Mañana nos vemos!

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