martes, 22 de noviembre de 2011

LEYENDAS TOBAS

LOS PECES DEL DILUVIO
La acción arrasadora de un diluvio se intercaló con la brillante salida del sol durante muchos días. Entonces aparecieron peces nadando cerca de las casas. Los tobas no tenían espacio para apoyar los pies y comenzaron a elevar el fuego hacia la copa de los árboles. Pero la lluvia continuaba arremetiendo con más fuerza; apagado el fuego, sobrevenía el hambre. Hombres y mujeres caían famélicos al agua, presos de las devoradoras palometas 1.
El diluvio pasó y el agua bajó también. Muchos murieron, pero los sobrevivientes se instalaron en diversos lugares y establecieron nuevos campamentos.
Y otra vez el pueblo toba se reprodujo.

 1- Pez comestible





 LAS PLUMAS DEL ZORRO
Y cuando ya pasó mucho tiempo de este acontecimiento, nuevamente aparecieron aquellos hombres con forma de ave que se habían retirado hacia la montaña por un tiempo. Cada mañana descendían, durante el día pescaban, y a la tarde regresaban a sus casas.
En ese momento arribó el zorro sagaz, persona muy mañosa. Se encontró con los pescadores una mañana y se acercó con la intención de acompañados. Les preguntó sobre su origen y los hombres respondieron que provenían del cielo, a donde regresarían esa misma tarde. El zorro sagaz quiso ir con ellos, pero enseguida le advirtieron que no tenía alas y por lo tanto no podría ascender. Sin dudar, él les pidió que le preparasen algunas plumas para colocárselas; los hombres lo pensaron: le contestarían más tarde. Pero el zorro insistió, incansable, hasta que obtuvo un resultado satisfactorio. Cada uno de ellos se sacó una pluma y se la entregó. Una a una, las acomodó y formó un par de alas.
Aseguró que los acompañaría mientras brincaba, intentando volar.
De repente, en un salto, se elevó y giró por encima de los hombres sin dejar de observarlos. Aterrizó con rapidez, orgulloso de su triunfo.
Después del largo día de pesca los hombres se prepararon para volver a sus hogares. El zorro sagaz fue el primero en emprender el vuelo. Lejos ya de la tierra, el jefe Tuyango -de hermosas plumas rojas- dio inicio a una costumbre propia de los pájaros y se arrancó una pluma y la dejó caer hacia la tierra. Todos repitieron la acción. Para su desgracia, el zorro se sacó las plumas que más lo hacían volar y comenzó a perder altura. Alcanzó la tierra y se hizo pedazos.
Una fuene tormenta sacudió su cuerpo y el zorro sagaz suspiró, recordaba qué dulce había sido su sueño, y revivió.
 



EL VUELO
Enseguida apareció un avestruz, que al verlos cantó: tom, tom. Los niños quisieron atraparla y le ordenaron a sus perros que la siguieran. Acorralado contra el monte, el avestruz daba un salto cada vez que los animales avanzaban. De esta manera, sus patas largas esquivaban el ataque y reanudaba la huida. Con su último brinco se elevó y los perros volaron detrás de él. Los niños los siguieron: codo a codo los dos hermanos, y después la pequeña niña.
Se fueron todos hasta el cielo, alcanzaron las estrellas. Cuando el avestruz se detuvo, los perros se prendieron de su cuello, pero no lo mataron. Así permanecieron, secundados por los niños: parados, los varones lado a lado, y la menor detrás.
En esa posición generaron una nueva constelación, y sus nítidas figuras se aprecian durante el invierno: el sur señalado por la cabeza del avestruz
 



LA UMITA
Se trata de un personaje que emana temor, muy difundido en el noroeste argentino y en Santiago del Estero. La umita es una cabeza humana desprovista de cuerpo, que deambula al ras del suelo, a lo largo de los solitarios senderos. A veces, suele aparecer en taperas (ranchos abandonados).
Su aspecto es desagradable: cabellos largos y desprolijos, mirada desencajada, dentadura despareja que sobresale de la boca. Avanza con un llanto lastimero hacia los caminantes para solicitarles ayuda. Necesita descansar en paz y por eso pide que recen para que pueda lograr el perdón divino.
Nunca se pudo determinar el origen del sufrimiento de la umita, porque el terror que infunde no permite que los caminantes permanezcan cerca de ella. De esta manera su propio aspecto le impide resolver su pena.
El valiente hombre que supera el miedo y logra pelear contra ella, debe hacerlo durante la noche. Al amanecer se transforma en toro o ternero, .y de esa manera le comunica el motivo de su sufrimiento. Pero el secreto permanece oculto, porque el escucha enmudece.
Si alguien se anima a soportar su desagradable aspecto, conseguirá su amistad. Lo acompañará por los senderos, cuidándolo de los peligros y de los espíritus malignos.
La presencia de la umita está difundida en casi todo el territorio argentino debido a las constantes migraciones de los conocedores de esta leyenda.
 



GUALOK Y LAS ESTACIONES
En el comienzo de los tiempos los indígenas disfrutaban un pleno bienestar, con un clima muy apacible y se desconocían los fenómenos meteorológicos responsables de los cambios ambientales. Naktii Noón era la representación del bien, a quien se agradecía mediante diversas demostraciones el mantenimiento de este contexto de armonía.
Nahuet Cagüen, la figura del mal que vivía en las tinieblas, decidió calmar su ira a través de una expresa venganza: creó las bajas temperaturas, los fuertes vientos y las lluvias incesantes bajo la imagen de Nomaga, el invierno.
Una vez finalizada su obra, se jactó ante el pueblo toba y les aseguró que padecerían el frío hasta que muriesen. Refiriéndose a la tarea de Nomaga, les auguró sufrimiento. Además, les prometió que el sol dejaría de brillar en su tierra, y el cielo se cubriría por nubes perpetuas. Por esto mismo, la naturaleza perdería energía e iniciaría una lenta agonía, producto del helado y perjudicial invierno.
Los tobas comenzaron a llamar a Naktii Noón, entre gritos desesperados, para que los abrigara con su calidez y detuviera la acción del mal. Los cuatro representantes predilectos más escuchados fueron: el palo borracho, la planta del patito, el picaflor y la pequeña viuda; a ellos encomendaron la tarea de suplicarle al bien que esparciera calor sobre la tierra.
Ya informado de esto, el bien los transformó en la flor del algodón, gualok. Concentró allí cada uno de los destacados atributos de los representantes.
Bajo el cielo al fin despejado, la flor gualok llegó a la tierra y se abrió lentamente. Los tambores comenzaron a resonar y las semillas iniciaron su viaje llevadas por el viento. El ciclo de la naturaleza retornó su vigor, nuevos algodonales nacieron, nuevas semillas se esparcieron. Infinitamente se repitió hasta cubrir completamente de blanco la tierra toba. La suave hebra del algodón se transformó en túnicas blancuzcas, tejida en el telar de urunday5. Los tobas las colorearon y con ellas cubrieron sus cuerpos; los cantos inundaron el aire para agradecer la protección de Nakta Noón.
Derrotado y enfurecido, Nahuet Cagüen se abalanzó como una nueva adversidad y se convirtió en la lagarta rosada, plaga maldita del algodón.



 
5- Arbol dicotiledóneo cuya madera rojiza se emplea en la fabricación de muebles, telares y embarcaciones.





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