martes, 22 de noviembre de 2011

LEYENDAS INCASICAS (QUICHUAS)

EL MAL DEL SIRKI
Quienes pernoctan en el valle de Coaque, también llamado Valle de la Muerte, adquieren una extraña enfermedad conocida con el nombre de "mal de la verruga" o "fiebre de Carrión". La ciencia no ha podido establecer bien su origen, pero al parecer se debe a la picadura de un insecto (flebotumus) que solo actúa de noche. Los indios, familiarizados con el lugar, rara vez sufren el efecto mortal del nombrado verrucógeno. Esto sin duda, ha dado lugar a esta leyenda.
Cuando los Conquistadores entraron al Reino del Sol y lo sometieron a su arbitrio, se encontraron dueños de riquezas fabulosas, tierras fertilísimas, almacenes atestados de telas y alimentos, templos suntuosos y paisajes deslumbrantes.
Ansiosos por llegar hasta los últimos reductos, quisieron explorar las sierras de Coaque, que parecían inaccesibles. Y así lo hicieron. Cuando llegaron a ella, el silencio era absoluto. Nada, absolutamente nada, turbaba aquel mutismo impresionante, que parecía ocultar algo trágico. La expedición, alarmada sin causa aparente, y sobrecogida por un temor inexplicable, decidió pasar la noche en un valle casi desolado, donde ningún animal salvaje daba señales de vida.
A pesar de los presentimientos fatídicos, la noche transcurrió tranquila. Ni un rumor, ni un rugido, ni un aleteo blandió el aire y ni siquiera se escuchó el lamento a la distancia, del pueblo que había sido despojado de su cetro.
La expedición vio salir el sol -rojizo como nunca- y con la convicción de haber llegado a un lugar sagrado, emprendió el regreso sin lamentar un accidente.
Pero el maleficio presentido había entrado en la gente. Al día siguiente, todos sin excepción, se vieron atacados por unas verrugas en el rostro y el cuerpo. Una anemia progresiva los fue disecando uno a uno, y presas de una fiebre implacable, murieron después de tres lunas exactas.
Muchos días después, los conquistadores, no satisfechos de aquel extraño hecho, resolvieron enviar otro destacamento al mismo lugar, para investigar la posible causa del mal. Demás está decir que, a pesar de las precauciones tomadas, corrió la misma suerte.
Nadie les atacaba. La vida en esa región estaba proscripta. Al menos no había vida visible. Pero, fatalmente, quien llegaba a ella era atacado por los" sirkis" (verrugas) y moría inevitablemente. Todos los que desafiaron el misterio, cayeron bajo el hado inexorable de la Muerte.
Un día, un grupo de valientes fue y regresó en el día. Nada ocurrió. no fueron atacados por el Mal. Se creyó, pues, que eran supersticiones, y repitieron la hazaña a la semana siguiente, pasando la noche en el valle. A las tres lunas siguieron el camino de sus antecesores, con la cara y el cuerpo, llenos de "sirkis"...
Los indios de los valles bajos explicaron el misterio.
Coaque era la morada sagrada de los Dioses tutelares de la raza. Estos se habían refugiado allí para proteger a sus desgraciados súbditos, y todo extranjero que se atrea a hollar ese sagrario moría indefectiblemente a las tres lunas, que era aproximadamente el tiempo que tardaron los intrusos para sojuzgar el Imperio del Sol..
Por eso Coaque castigará con la muerte, por los siglos de los siglos, a todos los extranjeros que pongan sus plantas en el Sagrario de los dioses tutelares de los Incas...





 LOS TESOROS DEL INCA
Fue en el tiempo en que el Imperio. del Sol agonizaba bajo el imprevisto eclipsamiento de su astro.
Los Conquistadores habían.. invadido la Ciudad Sagrada, y tras simuladas muestras de amistad, se lanzaron sobre las huestes desprevenidas del Inca, derrotándolas y tomando prisionero al Hijo del Sol...
Los días de angustia y dolor que siguieron después para los súbditos del Inca, no encuentran expresión en las palabras. ,Era.demasiado dolor y demasiado drama. Caer asi sin luchar. Oscurecerse el Sol  tan de pronto. Lo cierto es que los fieles' del Inca cautivo pensaron en el rescate. .Y los conquistadores, sedientos de oro,. no' vacilaron  entrar en tratativas.
-Aceptamos, pero queremos oro... mucho oro.....
-Os llenar~ de oro esta habitación que me sirve de celda.. .
-Es poco...
Entonces el Inca estiró los brazos hacia arriba; se puso en punta de pies y haciendo una señal en la pared exclamó:
-Hasta aquí...
. Los extranjeros aceptaron. Cabían allí millares de lingotes de oro. j MILLARES!. . . Portento que jamás habían soñado y que deslumbraba sus ojos y nublaba sus corazones. . .
Puesta la noticia en conocimiento de los tributarios del Reino por varios chasquis que llevaron la noticia a todas las provincias con pasmosa celeridad, comenzaron a desfilar por todas las sendas guanacos cargados' con talegas de oro que pendían a ambos lados de la cabalgadura, rumbo al Cuzco...
Pero he aquí que llega nuevamente un chasqui con la triste noticia que el Inca había muerto en la hoguera. El rescate, pues, era imposible. Atahualpa, el Hijo del Sol, , había sido sacrificado.
Desorientados en un principio, los portadores de la preciosa carga resolvieron reunirse en un cruce central de los caminos, al pie del Cerro Pachamama. Y ahí la resolución fue unánime: ocultar el tesoro del :rescate.
La caravana desfiló días y noches por senderos abruptos y desconocidos, donde jamás el hombre había puesto sus plantas. El amanecer, el crepúsculo y la noche, vieron desfilar sin descanso a esa caravana doliente rumbo a lo desconocido, como empujadas por las alas del viento a cumplir su designio...
y por fin -en un sitio que jamás nadie podría revelar-, ocultaron el tesoro cuiadosamente y rogaron fervorosamente a Paehamama que lo guardara por siempre en - seno, y que jamás permitiera cayera en manos de los invasores que habían ultimado al Inca, ni a sus hermanos de raza. Pachamama recogió el ruego y absorbió en sus entrañas la áurea carga....
Luego los fieles servidores del Inca emprendieron el regreso, guiados por Huiracacha, por. sendas que nadie conocía, y nuevamente el Sol y la Luna vieron desfilar por todos los senderos de la montaña aquel ejército derrotado y triste, para el cual ya no existía Dios ni Rey. Pero a sus espaldas quedaba sepultado para siempre el tesoro que no alcanzó a rescatar la vida del Inca, que era la vida de la raza, pero que jamás encontrarían los blancos, porque era la única venganza de un pueblo que vio oscurecer el Sol en la plenitud de su apogeo.. .





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